En el amor nos reconocemos.
En muchísimos casos esa experiencia nos viene dada a través de nuestros amigos de cuatro patas. Son ellos los que crean ese espacio de vínculo especial que funciona como tierra fértil donde crece y florece un sentimiento indescriptible.
Ellos nos ayudan a correr el foco de nosotros mismos y a descubrir el verdadero valor de lo incondicional. Lo más increíble es que lo experimentamos sin mediar palabra: sólo sus gestos y miradas.
Qué poder extraordinario ese de ser nuestros maestros en el arte del sentir profundo!
Celebrémoslo.